Vistas de página en total

viernes, 30 de octubre de 2020

Hod

 




La tradición abarca muchos aspectos. Cada arte, cada ciencia, cada religión tiene la suya. Y aun más, existe una tradición universal. Esta se remonta incluso a tiempos antediluvianos. Podemos usar la palabra cabala para referirnos a tradición. En esta obra, refiero a la cabala hermética, la Kabbalah hebrea y la cabala cristiana. La cabala hermética, ocupa el hermetismo y la alquimia. La Kabbalah hebrea, nos trae la tradición egipcia de manos de Moisés, la hebrea también de manos de Moisés y en tiempo ha sumado a ella diferentes periodos de cabala caldea. La cabala cristiana en este caso es la misma tradición cristiana, desde los padres de la Iglesia, la tradición popular de los lugares y también un poco de cabala hermética y kabbalah hebrea.

 


Habíamos dicho que Mercurio era análogo a espíritu, Azufre a alma y Sal a cuerpo. Aplicado esto al trabajo alquímico de laboratorio, desde la cabala hermética y la kabbalah hebrea, debemos observar que Mercurio corresponde en el Árbol de la Vida a la esfera de Hod, que se corresponde con el planeta Mercurio el cual es el planeta mas cercano al Sol y este ultimo se corresponde en el Árbol de la Vida a la esfera de Tiferet.



Ahora bien el termino hermético mercurio, puede significar diferentes niveles, como una "mente" mineral, la mente humana o también espíritu. La razón de esto, es que ambas cosas pueden acoplarse, o mas bien sumarse, (de ahí que la matemática egipcia se permitía sumar cosas diferentes "limones" y "naranjas" si vale esta expresión figurativa, algo que ya explico muy bien el profesor José Álvarez López en su libro: "El Enigma de la Gran Pirámide", ediciones Aura, Barcelona, 1986).

Para explicarlo, veamos lo siguiente: Tanto en el mineral como en el humano, el centro instintivo a nivel del mundo de Assiah, o mundo Cabalístico de la acción, el cual tiene su propio centro instintivo mental, regulado por el espíritu de forma inconsciente. De ahí que tomamos energía vital desde el cosmos sin saberlo conscientemente al respirar y al alimentarnos. Lo mismo con ciertas diferencias sucede en el reino mineral, vegetal y animal. Esto para el alquimista es de gran importancia al tratar con su sustancia. Pero es igual de importante en otro nivel para el ser humano en su trabajo místico, o sea a nivel del alma. Lo que nos trae a las diferentes formas de alquimia. La mineral o de laboratorio, y la espiritual o del alma. A esta última correspondería más bien el término misticismo. Existe otro nivel de alquimia, uno intermedio entre estas dos, la cual podemos llamar interna y es la que nos plantean ciertas técnicas de yoga, chi-kung y nei-kung o el tantra, pero que son un apoyo energético para la alquimia espiritual o del alma, y trabajan con el prana o chi del Spiritus Mundi, aunque muchas veces tienen otras aplicaciones metafísicas de orden mágico. En la alquimia espiritual, o mística, la persona que siente el llamado divino, comienza a  elevar su mercurio haciéndolo ascender por encima de su cuerpo hacia lo alto, sea con meditación de elevación, sea con oración, hasta que en un punto se realiza cierta operación mas consciente donde la persona, recibe la gracia y toma fuerte contacto con lo divino a través del Espíritu Santo, el cual comienza a despertar y alimentar el alma de forma sobrenatural. Esto es análogo aunque inconsciente a como el mineral, el vegetal y nuestro propio cuerpo animal, se alimenta del Spiritus Mundi, o fuerza de vida.

 

Matraz en su nido


Kamea de Mercurio

Veamos que la esfera cabalística de Hod, la octava sefirá (esfera), cuyo significado es majestad, representa diferentes aspectos mente, como formas plásticas de poder acoplarse a diferentes niveles de Espíritu, acorde a que nivel de Hod, nos estemos refiriendo. Puesto que en la Kabbalah además de las esferas o sefirots, del Árbol de la Vida, existe también algo denominado Mundos. Estos mundos son cuatro niveles de la manifestación. El primer nivel, el mas elevado es el de “Atzilut” o mundo de la emanación que es donde la divinidad absoluta e incomprensible toma centro y manifiesta su Voluntad creadora; se corresponde con la letra hebrea Iod, (י). El segundo mundo es el de “Briah”, o mundo de la Creación que se corresponde con la letra hebrea He, (ה). El tercer mundo es el mundo de “Yetzirath”, o mundo de la Formación, que se corresponde con la letra hebrea Vav, (ו). Y por ultimo, el mundo de “Assiah”, o de la acción, que es el mundo físico, material, pero también quántico, instintivo, emocional y mental, donde hay libre albedrío y el alma puede tener inclinación hacia la luz o la oscuridad, cuya letra, vuelve a ser,  He, (ה). Conformando así los mundos cuyas letras forman el sagrado nombre divino: “Iod He Vav He”, denominado también Tetragrámaton (nombre de cuatro letras). El valor numérico total del nombre iod-hé-vav-hé será entonces: 10+5+6+5 = 26  (la letra iod = 10; la hé = 5; la vav = 6); y su significado se traduce como: “Yo Soy el que Soy”, nombre que Dios se da a si mismo al presentarse a Moisés en el monte Sinaí.

a